sábado, 24 de octubre de 2009

Circe



El mito de Circe y los viajes de Ulises

Circe, hija del día y la noche, era una princesa hechicera que habitaba en la isla de Eea. Era una mujer cruel, hipócrita, celosa y pasional. Sus talentos mágicos consistían en conjuros hechos a base de plantas venenosas que ella misma juntaba en las montañas todas las mañanas y servían para destilar sus maléficos jugos para sus pociones.

En la Odisea de Homero, al partir de Troya, Ulises emprendió su viaje de regreso en donde luego de pasar por lejanas tierras, desembarcó en la morada de Circe donde los acogió, alimentó y hechizó.

“Cuando echaron suertes para decidir quién se quedaría vigilando el navío y quién saldría para explorar la isla, le tocó al querido compañero de Odiseo, Euríloco, desembarcar con otros veintidós tripulantes. Descubrió que Eea abundaba en robles y otras clases de árboles y por fin llegó al palacio de Circe, construido en un gran claro hacia el centro de la isla. Lobos y leones rondaban por los alrededores, pero en vez de atacar a Euríloco y sus compañeros, se enderezaban sobre las patas traseras y les acariciaban. Se habría podido tomar a aquellos animales por seres humanos, y que en realidad lo eran, aunque los habían transformado así los hechizos de Circe.
Circe se hallaba en el vestíbulo, cantando mientras tejía y cuando el grupo de Euríloco la llamó a gritos salió sonriendo y los invitó a comer en su mesa (…) La diosa sirvió una comida de queso, cebada, miel y vino, para los marineros hambrientos; pero estaba drogada, y tan pronto como comenzaron a comer les tocó el hombro con su varita y los transformó en puercos.”

Robert Graves Los Mitos Griegos 2


Julio Cortázar, el relato fantástico y Circe

Este mito fue tomado por el autor argentino Julio Cortázar en 1951, el cual bajo el mismo nombre de “Circe” relató en su libro Bestiario la historia de una joven, Delia Mañara y su pretendiente Mario. Delia era una joven que a sus veintidós años ya había visto morir a dos de sus novios; Héctor, protagonista de un dudoso suicido y Rolo Médicis, víctima de un misterioso síncope. El barrio entero difamaba a Delia y la acusaban culpable de estas muertes.

“Un gato seguía a Delia; todos los animales se mostraban siempre sometidos a Delia, no se sabía si era cariño o dominación, le andaban cerca sin que ellas los mirara. Mario notó una vez que un perro se apartaba cuando Delia iba a acariciarlo (…) La madre decía que Delia había jugado con arañas cuando chiquita”

Con el tiempo Delia dejó entrar a Mario en su vida y en su familia y todo parecía que su amor se había afianzado. Mario fomentaba la faceta culinaria de Delia; le compraba materiales para que fabrique bombones de licor casero. Tanto se ensimismó en este pasatiempo que dejó todas sus otras actividades de lado. Pero finalmente el secreto de Delia fue saboreado por Mario.

“Con la mano libre apretó apenas los flancos del bombón pero no lo miraba, tenía los ojos de Delia y la cara de yeso, un pierrot repugnante en la penumbra. Los dedos, se separaron dividiendo el bombón. La luna cayó de plano en la masa blanquecina de la cucaracha, el cuerpo desnudo de su revestimiento coriáceo, y alrededor, mezclados con la menta y el mazapán, los trocitos de patas y alas, el polvillo del caparacho triturado”

El autor traslada las características de mito original de Circe al personaje de Delia y constituye un relato contemporáneo. Para esto propone elementos de la cotidianeidad y de la fantasía; en el relato fantástico se construye primero el mundo real en apariencia y luego se introduce un elemento sobrenatural. Es ante esta duda que surge lo fantástico.